La ‘joint venture’ de Sovena y la cooperativa Acor, dedicada a la venta de aceite a granel, apuesta por el mantenimiento y el futuro del cultivo con varios proyectos
Andalucía perdió un 20% de superficie entre 2014 y 2017 pero el alto oleico está en fuerte crecimiento
Fuente:www.diariodesevilla.es
Sovena ha apostado de forma clara por el girasol español en los últimos años. Agropro, su ‘joint venture’ (alianza al 50%) con la cooperativa vallisoletana Acor, concentra ya entre un 30% y un 35% de las compras a agricultores nacionales de pipa de girasol, lo que se traduce en unas 240.000 toneladas.
El protagonismo creciente de esta empresa -que moltura y vende aceite de girasol exclusivamente a granel- ha contribuido, según su director general, Miguel Costa, a amortiguar la tendencia de los últimos años a la reducción de hectáreas en España y Andalucía (que perdió un 20% de su superficie entre 2014 y 2017) en beneficio de otros cultivos, como olivos, almendros o garbanzos. – Es difícil establecer una cifra, pero creo que si no hubiéramos hecho nada estaríamos bastante peor -afirma Costa-; hay muchas hectáreas sobre las que no pudimos hacer nada, porque hasta hace un par de años, con los precios altos del aceite de oliva, no podíamos competir con el olivar -.
A la disminución de la siembra de girasol ha contribuido, según Costa, – una presión muy fuerte hacia los precios del aceite importado -. Ucrania, el principal productor mundial, es la que dicta lo que vale la pipa, – y ahí no se puede hacer mucho -.
Por eso los esfuerzos de Agropro van dirigidos a – mejorar el cultivo –, es decir, a reducir los costes finales de la explotación y a aumentar el rendimiento. Para lo segundo, tiene un acuerdo de exclusividad con Syngenta a través del cual la multinacional proporciona las semillas de siembra más adecuadas para el agricultor español. – Son las que más nos convienen a nosotros, con las características que hemos pedido -.
En campos de Córdoba, Jerez, Sevilla, Huelva y la zona centro y norte, Agropo va testando el material genético aportado por Syngenta y eligiendo las variedades más adecuadas, más resistentes a enfermedades de aquí como el mildiu o el jopo, o que aportan más grasa en la pipa, que al final es lo que marca el rendimiento. – Vamos buscando un mayor rendimiento en kilos de aceite por hectárea, que es lo que la industria paga -, señala José Pedro Suárez, responsable del departamento Agrícola y de Compras. De hecho, Agropro paga prima o descuenta precio en función de la cantidad de grasa del producto.
Para la cuestión de los costes está Oleoprecisión, un proyecto esta vez liderado directamente por Sovena que busca – mejorar el cultivo de una manera sostenible -. Se trata de un sistema que estudia la planimetría del suelo y con el que se siembra de forma diferente en según qué zonas en función de su fertilidad y características del suelo. Ordenadores, máquinas sembradoras específicas y drones se combinan en este proyecto con el que también se calculan, por ejemplo, la cantidad de abono y los herbicidas necesarios.
Como resultado de estas acciones, ya hay dos variedades de semillas, ‘gibraltar’ y ‘sonora’, que han recibido el primer lugar en productividad de la Red Andaluza de Experimentación Agraria. La segunda de ellas, sonora, es alto oleico, un tipo de girasol con – mala fama -entre los agricultores porque tenía menor rendimiento que el clásico y no se solía compensar esa diferencia de producción con precio.
Agropro sí lo hace y además su variedad ‘sonora’ se colocó el año pasado casi al mismo nivel en productividad que el girasol normal. En el mercado, el alto oleico además cada vez tiene más aceptación, sobre todo en la industria, porque permite freír más tiempo y la oxidación no es tan rápida, y por el declive del aceite de palma. – Allá por 2014 hubo un par de semanas en los que se disparó el consumo en bollería y galletas y eso se ha mantenido así hasta hoy -, dice Costa. En los lineales, las compras del cliente final también suben pero Costa reconoce – que no todos los consumidores saben del beneficio del oleico y están dispuestos a pagar más -.
En Andalucía, el agricultor está apostando por esta variedad, que ya copa entre el 35 y el 40% de las 260.000 hectáreas contabilizadas en el periodo 2014-2017. José Pedro Suárez ya anticipa que el año que viene serán – muchísimas más -, entre otras cosas porque circunstancias coyunturales han hecho que la diferencia de precio sea de 150 toneladas entre el alto oleico y el clásico en la última campaña. – El año pasado el mercado se quedó corto de oleico y las primeras pipas de la siguiente campaña procedieron de Andalucía, todos venían a por ellas -, dice José Pedro Suárez. En un año normal, la diferencia se reduce a 30 o 40 euros.
La estructura industrial
La apuesta firme de Agropro por el mercado nacional tiene bastante que ver con su propia estructura, con industrias cercanas a las zonas productoras. La empresa necesita, por esta circunstancia geográfica, del productor nacional, en un contexto en el que España es deficitaria e importa más de lo que produce. La cooperativa Acor tiene una molturadora y refinadora en Olmedo (Valladolid), con capacidad para 160.000 toneladas de pipa de girasol y también de colza. Sovena tiene la planta de Andújar (Jaén), que adquirió hace unos años para girasol, donde moltura 260.000 toneladas y refina, y la de Brenes, donde sólo se produce el proceso de refinado en coexistencia con el aceite de oliva. Antes de constituirse Agropro y adquirir la planta de Andújar, Sovena llevaba sus compras a la molturadora de Lisboa. La empresa sólo vende a granel y Sovena, en este sentido, es un cliente más. El producto va, además de a esta firma, a otras envasadoras, industriales y conserveras. También vende harina para pienso, que representa un 55% de la producción que se saca de la molturación pero cuyo valor es bastante menor en precio. La firma facturó 185.7 millones de euros en 2018, que es un 4,25% más que en 2017.
Un cultivo rentable
Pese a la crisis de precios de los últimos años, lo cierto es que según Agropro la rentabilidad del cultivo del girasol en la última década está por encima del trigo, del maíz o de la colza, por poner tres ejemplos. Esto es por el coste de explotación, que José Pedro Suárez calcula en 340 euros, frente a los 625 del trigo. ¿Por qué el agricultor ha elegido otras opciones, como el cereal o el garbanzo, en los últimos años? Hay una cuestión cultural. Normalmente, si un cultivo se siembra antes, como el trigo, suele ser el elegido. La inercia €“y la pujanza también del garbanzo y el almendro, aunque éste último va más a regadío €“ suele ser muy fuerte, y Agropo se ha propuesto revertirla. – Creemos en el cultivo y nos interesa que cada vez esté mejor y no se pierda esa producción -, señala Suárez.